"Lo que hoy parece un esfuerzo, mañana será un triunfo"

domingo, 20 de julio de 2014

Porque cada "adiós" es un mundo y hoy apuesto por los "hasta luego".

Hoy me han hecho una pregunta supongo que típica: "¿A qué le tienes miedo?" Bien, al principio he pensado "¡a los bichos!", pero eso más que miedo es asco. Después he pensado "a que me corten el pelo mientras duermo" y oye, es un miedo eh, pero al fin y al cabo es una tontería. Y tras un rato pensando, ¿sabéis a lo que he descubierto que le tengo miedo de verdad? A una palabra. Sí, como suena, le tengo miedo a una puta palabra. Una palabra de cinco letras que podría hacerme temblar como si estuviese en el Polo Norte sin abrigo. Una palabra que solo de pensarla me da un vuelco el corazón como si fuese el barco de Poseidón.
Dicha palabra es "adiós". Adiós, adiós, adiós. Más la digo y más me asusta. Tan fría, tan distante, tan "no hay nada después".
Pienso en todas las personas que me dijeron adiós para no volver, aquellos "adiós" que me costó asumir y en cada adiós que no quiero que suceda.
Después de eso he seguido pensando. Creía que le tenía miedo a una palabra y en parte no es así. A veces nos dicen "adiós" y duele, pero, ¿qué pasa cuando no se dice? ¿qué pasa cuando es una mirada lo que te dice que después no hay nada? que hay vacío,  ¿qué pasa cuando no hay despedida? ¿cuándo no queda aliento para cinco letras?
De cualquier forma, un "adiós" dicho, una mirada o un vacío, duelen como cuchillos.
¿Sabéis lo que estaría bien? Alguien que te arrancase los miedos de golpe, una persona que llegase a tu vida para quedarse. Alguien que te haga olvidar la palabra "adiós", con quién no hubiese miradas frías ni huecos vacíos. Una persona con la que dejar de tener miedo a las despedidas, porque sabes que después de cada una de ellas habrá un encuentro.

En conclusión, digamos que "adiós" se ha vuelto la palabra más odiosa y que, por tanto, "hola" se ha convertido en mi palabra favorita. Cual yin-yang.

domingo, 13 de julio de 2014

Aprendiendo.

De la última entrada a aquí son incontables las de cosas, situaciones o sentimientos que he pasado o sentido. No sé por qué no me salía escribir, no entiendo por qué no habría sabido por donde empezar. Quizás no quería ser consciente.
El caso, y lo importante es, que son más experiencias sumadas. ¿ Y sabéis lo mejor de las experiencias? Que no cambian mi forma de ser o de pensar, simplemente me ayudan a mejorar, pero jamás permitiría un retroceso.
Hoy confirmo mi miedo a perder el tiempo, a no saber aprovecharlo, ¡pero qué coño! Si hago lo que me apetece hacer en cada momento no podría considerarse perderlo, ¿no?
Parad a pensar en lo rápido que se escapa todo, lo que estés haciendo ahora en un segundo será pasado, ya no habrá forma de cambiarlo. Por ello quiero vivir lo que me de la gana vivir, no quiero arrepentirme de ni un segundo de mi vida.
Quiero aprender a vivir sin pensar, a disfrutar más, a luchar por lo que merezca la pena dejándome la vida en ello si hace falta. Quiero aprender a valorarme más, a buscar mi sitio, a darme una oportunidad.
En realidad hoy solo me apetece dar las gracias. Gracias a los que están desde el principio, gracias a los que han aparecido en mi vida para quedarse, gracias a los que me demuestran con hechos y no con palabras, a los que me abrazan como si fuese el fin del mundo, a los que comparten conmigo risas y están aun más para las lágrimas y, como no, gracias a los que alguna vez fueron importantes en mi vida y hoy en día ya no están y gracias a los que han querido hundirme o me han decepcionado mil veces.
Al fin y al cabo mi aprendizaje se basa en lo que cada persona ha podido aportarme, y nadie pasa por mi vida sin más.