"Lo que hoy parece un esfuerzo, mañana será un triunfo"

domingo, 3 de mayo de 2015

Felicidades y gracias, mamá.

Tú sabes que no me hace falta escribirte esto justo hoy porque a lo largo del año intento describirte con palabras lo que eres para mí, pero me parece un día precioso para recordarte una vez más lo increíble que eres. Como persona no cabe duda, pero hoy hablo de tu función como madre, esa faceta que no todos pueden conocer.
Todos conocen a Mati, a esa persona que se levanta cada día sonriendo, y si no, a los dos segundos está haciéndolo. Pero no todos conocen a la que viene a despertarme con la caricia más suave del mundo, como si fuese a romperme al tocarme.
Todos conocen a esa mujer que se levanta con alegría, porque así lo demuestras cuando sales a la calle, pero no todos conocen a la madre que pone una vez que estamos despiertos a Dani Martín a todo volumen y cantamos sus canciones brincando por toda la casa.
Todos conocen a la Mati que intenta ayudar en todo lo que puede, y sino también. Pero no conocen a la que hace hasta de esteticista para depilarme cuando es lo que más odia en este mundo. Y perdón mamá, que ya se que no te gusta la palabra odiar. Rectificaré entonces y diré que es algo que no te gusta ni un pelo.
Todos conocen a la mujer trabajadora, que disfruta con su trabajo. Lo que no todos saben es la de sacrificios que has hecho para al llegar de trabajar, pasar tiempo con nosotros. Has llegado cansada y aun así desde pequeños te ponías a jugar con nosotros o a hacer lo que fuese para disfrutar juntos el rato que tuviésemos. Eh, y no tan pequeños, que nuestros ratos de jugar a las tinieblas, escondiéndonos en armarios, son increíbles.


Todos saben que eres familiar, que das todo por aquellos que quieres, pero no todos saben lo que es el simple hecho de, al yo estar estudiando en Granada, echarnos de menos y tú venirte a mi piso a pasar la noche y dormir juntitas.
Todos saben que eres una mujer que disfruta con cada momento, pero no todos saben lo que es compartir contigo esos momentos, como coger el coche, irnos a la playa y sentarnos frente al mar a comer pipas.
Ellos pueden saber que eres una mujer de la que se aprende cada segundo que se está contigo, pero no todos tienen el privilegio de haber aprendido esas lecciones contigo. Como bien me has enseñado que cada bache es simplemente un escalón más grueso que el resto el cual hay que hacer más esfuerzo para subir, pero que se puede subir como cualquier otro.
Traer hijos al mundo lo puede hacer cualquiera, pero no todas pueden llamarse madres, y tú lo eres con creces.
Felicidades. Felicidades por ser madre de verdad.
Y gracias, sobretodo gracias por enseñarme cada día a vivirlo como si fuese el último. A que los errores puede cometerlos todo el mundo, pero que no todos son capaces de perdonarlos. A que el pasado es eso, pasado, y que lo podemos aprovechar siempre para mejorar el futuro. A no preocuparme por el futuro. A que no hay nada imposible si realmente lo quieres. A luchar. A no rendirme nunca. A ser positiva. A que, como bien dices, todo tiene solución menos la muerte.
Así me podría pasar horas y horas dándote las gracias por todo lo que me has enseñado, pero por lo que de verdad te quiero dar las gracias es por enseñarme a querer. Por quererme. Por querernos. Por tenerte. Por saber que te tengo y te voy a tener siempre.


Y felicidades a ti también abuela, desde donde nos estés cuidando, porque con mi madre hiciste un milagro.



1 comentario:

  1. Deberías hacerle caso a tu madre y escribir más a menudo. Dos mujeres con un gran corazón.

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